Durante
el período medieval (s. XIII), según he podido consultar en algunos escritos,
coexistían danzas populares procedentes de diferentes regiones europeas con
nombres tales como: La Candiote, Danse d’ Auvergne, Forlane, Bourrée, Bocane…
Las
Danzas de Corte, en su inmensa mayoría, surgieron de los bailes populares.
Aparecen de forma espontánea en los estratos pobres de la población, fruto de
la desinhibida necesidad de expresar las más profundas alegrías o penas a
través de ese impulso vital que transfiere el movimiento, y que pocas veces
puede ser transmitido con palabras.
Estos
bailes populares, que en algunos casos se transmiten de generación en
generación, continúan desarrollándose, ganando en coherencia interpretativa, en
calidad gestual, riqueza de pasos, en popularidad, etc.
Los
llamados “Maestros de Danza”, destinados a las cortes europeas, conocedores de
las danzas populares, se dieron a la encomiosa tarea de agrupar estos bailes,
clasificarlos, en muchos casos codificarlos y dar nombres a los pasos, hasta ir
creando toda una nomenclatura que básicamente perdura hasta nuestros días en el
hacer cotidiano del Ballet Clásico, aunque otros géneros bailables también
utilizan muchos de estos nombres, terminología y códigos
La
documentación que existe sobre la danza anterior al siglo XII es casi
nula. Aquellos documentos con los que contamos nos llegan a través de las artes
plásticas y a través de alusiones literarias o musicales. Los primeros tratados
de danza no aparecen hasta el siglo XV. Sin embargo, es posible un acercamiento
a la danza desde el punto de vista teórico. Es así como podemos llevar a la
práctica con fidelidad y respeto las danzas más importantes que se bailaban en
los salones de los “señores”. La danza popular, la ejecutada comúnmente por el
pueblo, al no haber sido codificada, no ha trascendido hasta nuestros días.
SIGLO XV
En
este siglo vemos como la danza se convierte en producto y símbolo. A finales
del siglo XV, un renovado interés por el arte, la arquitectura y la literatura
de la Grecia la Roma antiguas dio pie a un nuevo nacimiento
(Renacimiento) de la cultura italiana. Esto fue promovido por los poderosos
príncipes de los estados del norte de Italia que además de poseer una amplia
cultura, buscaban rodearse de lo mejor, no sólo para resaltar la imagen y el
esplendor de su corte, sino porque ellos mismos amaban y practicaban las artes.
El príncipe del renacimiento debía ser un soldado valiente y un gobernante
firme y justo, pero además un gran artista, músico y bailarín. La destreza en
el baile le daría gracia, elegancia, dignidad y prestancia. Por lo tanto, la
danza estaba influenciada por la atmósfera del renacimiento italiano. Los
maestros de baile seguían la pauta marcada por los artistas al crear danzas en
las que los elaborados esquemas espaciales eran su principal característica.
Para conseguir esto, el número de bailarines se hizo limitado, y
desaparecieron las danzas en filas y círculos tan comunes de la edad
media.
Los
esquemas espaciales continuaron dominando la danza italiana hasta muy entrado
el siglo XVI, como puede verse en los trabajos de Fabrizio Caroso “Il
ballerino” (El bailarín), 1581 y “Nobilitá di dame” (Nobleza de damas), 1600.
Dicho autor fue creador de elegantes balli
(bailes y ballets) en los cuales los bailarines describen complejos dibujos.
También
encontramos complejos dibujos en los del maestro de baile Caesare Negri “Gratie
d’ amore”, 1602. Este último mostraba una clara influencia española en sus balli, como por ejemplo, en su Spagnoleta
y en su Canario. En esta época el vocabulario de pasos aumentó
considerablemente.
Aunque
las danzas italianas eran conocidas en Francia e Inglaterra durante la segunda
mitad del siglo XVI, las danzas más populares en estos países continuaban siendo
procesionales. La velada en la corte empezaba con la majestuosa Pavana, una
danza que era una demostración de las joyas y riquezas de cada uno de los
bailarines. Frecuentemente a esta danza le seguía la Gallarda, una danza en la
cual el hombre demostraba sus cualidades técnicas, no sólo a su pareja, sino
también a los asistentes, mientras que la dama le imitaba con pasos más
sencillos y suaves.
En
música, el paso del Medioevo al Renacimiento se hace notable tanto en el
aspecto de la forma como en la del ritmo. El carácter tonal de la música en el
medioevo se concentra al empleo de los modos griegos, ejemplarizados en el
canto gregoriano, sin menospreciar la fuerte calidad rítmica propia de la
música griega. Los ideales renacentistas entran prontamente en conflicto con
este modo de hacer y prevalece el concepto armónico perpendicular en lugar del
horizontal, adquiriendo el ritmo una importancia enorme.
En el Renacimiento italiano, la música ya estuvo preparada
para contribuir al surgimiento de un gran movimiento danzario. Pero no es hasta
que el Renacimiento invade Francia cuando la danza desarrolla todo su potencial
artístico. Esa mezcla constituida por la brillantez de la música italiana, la
sombría emoción religiosa española, la serenidad de los ideales ingleses, junto
a la herencia de la danza popular es el caldo que sienta las bases en Europa de
lo que posteriormente fue llamado Danzas de Corte.
La
danza, que hasta ese momento había sido hija de la pasión y del impulso
irresistible, comienza a ser el producto artístico de algo que podría
clasificarse como el momento más importante de la historia de este arte en
nuestra época: La aparición de los maestros de danza que con la implantación de
su enseñanza hacen posible que surge la teoría de la danza.
Los
maestros de danza restringen, moldean, refinan los movimientos, establecen
reglas, crean figuras, posiciones y traslaciones que deben aprenderse según
determinados preceptos. Su magisterio no termina con la danza sino que se
extiende al comportamiento social, al manejo de sombreros, espadas, saludos,
reverencias, etc.
La
invención de la imprenta sirve a este propósito exponiendo en libros de texto
docenas de composiciones para la danza, que sistematizan paso a paso los
movimientos a ejecutar en cada baile. Es a través de esos libros que hoy
conocemos la mayoría de los nombres técnicos, los movimientos y su ejecución.
Obtener un concepto más acertado del verdadero estilo de la danza en esta
época, nos llevará a conocer mejor sobre el nacimiento de la técnica académica
actual y nos dará la medida de su desarrollo a través de los tiempos.
En
este siglo la danza popular y la danza de corte comienzan un proceso de
separación evidente, aunque la influencia de una sobre la otra y viceversa se
mantendrá a pesar de las diferencias de finalidades y estilos. La danza
cortesana hará suyo el derroche de imaginación de las transformadoras danzas
populares de acuerdo a una estética, una ética y una moral de clase dominante,
no sólo por prejuicio, prepotencia o poderío , sino por algo práctico e
insoslayable:
El vestuario. Ya
a finales de la Edad Media, las damas comienzan a usar largas vestimentas de
pesadas telas, con enormes colas que, lejos de facilitar el movimiento, lo
entorpecen.
En
esta época ya encontramos una primitiva anotación coreográfica a base de letras
que designan los movimientos de las danzas. En ciertas ediciones encontramos
junto a la partitura musical la anotación coreográfica para cada danza.
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